miércoles, 26 de agosto de 2009

EL MISTERIO DEL MICROQUIMERISMO

Se define por microquimerismo la presencia en el cuerpo humano de células procedentes de otros organismos genéticamente distintos. Toma su nombre del ser mitológico formado su cuerpo por partes de un león, de una cabra y una serpiente.
Este fenómeno tan extraño está llamado a revolucionar el funcionamiento y definición de los conceptos clásicos admitidos sobre el sistema inmunitario humano .
Las primeras y desconcertantes observaciones sobre este fenómeno se dieron en la década de los años sesenta del pasado siglo cuando se constató la presencia de células cancerígenas de piel de la madre en el feto y placenta de una embarazada. Esta observación quedó como un enigma al que no se encontró explicación.
Años después otra observación clínica abundó en el problema planteado. Se comprobó que células sanguíneas normales maternas eran capaces de llegar al feto.
Las dos citas señalaban que existía algún camino unidireccional entre la madre y el feto de transferencia celular ignorándose su funcionalidad y posibles repercusiones patológicas para ambos.
La década siguiente, 1979, Leonard A. Herzenberg (Facultad de Medicina de Stanford . EE.UU) publicó un artículo sobre su descubrimiento de células masculinas (cromosoma Y) en la sangre de embarazadas de niños varones, lo que suponía que también existía una segunda vía de transferencia celular , desde el feto a la madre.
¿Cómo se realizaba esta doble direccionalidad de transferencia celular?
El siguiente paso acaeció en los años 90, cuando se detectaron células genéticamente distintas en personas adultas sanas. Esta pervivencia modificaba el concepto clásico de defensa del sistema inmunitario, pues no se entendía cómo y en primera instancia las defensas de la madre no las atacaron y destruyeron, y por defecto qué mecanismos inmunológicos maternos se inactivaron y consideraron a las células fetales como propias , o inofensivas.
El fenómeno del microquimerismo se presentaba como un hecho extraño e inexplicable con los presupuestos clásicos del funcionamiento del sistema inmunitario. Abría incógnitas que se presumían irresolubles con los escasos estudios publicados. Se necesitaban muchos más casos clínicos y una teoría coherente con ellos que modificase el singular funcionamiento del sistema inmunitario.
En los años posteriores aparecieron diversos artículos ampliando el número de observaciones clínicas complicando a la vez la elaboración de una teoría explicativa del proceso. En uno de ellos (J. Lee Nelson, Seattle. EE.UU) se describía el hallazgo de células madres en adultos con sistema inmunitario normal, incluso uno de los casos tenía 46 años de edad, algo sorprendente y fuera de toda explicación con los principios clásicos del proceso inmunitario. En otro (Diana W. Bianchi. Universidad de Tufts.EE.UU) se demostró la existencia de ADN masculino en mujeres que decenios antes habán estado embarazadas de niños varones. Comprobándose así la bidireccionalidad de la emigración celular.
Varias interrogaciones se plantearon entonces. La primera, ¿qué función y objetivo tenía el microquimerismo en el cuerpo humano? ¿se trataba de una anormalidad, o por el contrario la presencia de células de origen genético distinto ejercía funciones moduladoras del sistema inmunitario hasta ahora desconocidas? ¿cómo podían esas células en un cuerpo distinto al suyo sobrevivir durante tantos años sin ser destruidas?¿tenían alguna relación con las células madres?
Se admite que todas las células tienen un tiempo de vida limitado marcado por la apoptosis. Mas las células madres representan la excepción a la norma. Este tipo de células muestran una capacidad de reproducción y diferenciación ilimitada y son capaces de orognar series celulares especializadas. Entonces, ¿ las células microquiméricas podrían ser algún tipo de células madres?. Para corroborar esta hipótesis se necesitaba establecer una correlación entre patologías bien definidas y la presencia de las células microquiméricas, pero hasta ese momento la investigación se había limitado al descubrimiento del fenómeno en sí y no se podía vaticinar si el mismo era beneficioso o nocivo para el órgano receptor.
En 2004 Ann. M. Reed (Clinica Mayo) publicó un artículo demostrando que la dermatomiositis juvenil, enfermedad autoinmunitaria que afecta a la piel y musculatura, se debía a que células maternas inmunitarias reaccionaban contra las células de los tejidos del hijo-receptor.En el lupus neonatal sucedía algo parecido. Anticuerpos maternos viajaban por el sistema circulatorio hasta el feto atacando los tejidos fetales. La consecuencia era un recién nacido con un sistema inmunitario muy y órganos debilitados, caso del corazón, que limitaban fatalmente la supervivencia.
Lo que no se lograba entender en esos casos era por qué las madres estaban sanas y posteriores embarazos nacían sin problemas de salud. ¿Por qué la enfermedad afectaba sólo al primer varón concebido? ¿Explicaba la herencia los sucedido? J. Lee Nelson pensó que otras causas jugaban un papel importante. En colaboración con Anne M. Stevens examinaron tejidos cardiacos de niños varones fallecidos por fallo cardíaco y afectados de lupus neonatal, hallando en ellos células femeninas que lógicamente deberían de provenir de la madre. Además estas células producían proteínas. Es decir, no eran células sanguíneas circulantes, sino que formaban parte del mismo músculo cardíaco del recién nacido. Comparando el sorprendente hallazgo con otros tejidos cardíacos de neonatos muertos por enfermedades distintas del lupus vieron que las células maternas no aparecían o eran escasísimas, señalando a las células maternas como autoras de la enfermedad. Y llegaron a verificar que estas células instaladas en el feto y de origen materno eran células madres, o actuaban como tales, ya que habían logrado especializarse y formaban parte del corazón del recién nacido.
La respuesta a la relación entre las células maternas cedidas y las células madres era correcta, pero seguían sin contestación las demás incógnitas planteadas al principio del descubrimiento del microquimerismo.
El gran misterio de la pervivencia de las células maternas en el recién nacido y que se suponía debido a un fallo en su sistema inmunitario no parecía estar en camino de explicarse con los contradictorios hllazgos posteriores. Así se vio que en el caso de las enfermedades autoinmunitarias el sistema inmunitario del recién nacido reaccionaría contra las células maternas implantadas en los tejidos pero no contra los mismos tejidos. Estaríamos ante un ataque lógico y muy selectivo. Pero otros descubrimientos indicaron precisamente lo contrario. Estas células maternas serían capaces de reparar daños en algunos órganos sin incitar el previo ataque inmunitario del huésped. ¿Cómo se explicaba esta doble y contradictoria cualidad?
Las teorías sobre el fenómeno microquimérico oscilaban entre considerarlo como beneficioso o extremadamente perjudicial para la salud. La investigación médica aportaba datos contradictorios y la escasez de casos clínicos no ayudaba precisamente a su esclarecimiento.
En 2002 (J.Lee Nelson) se hizo especial incidencia en la posibilidad de que la diabetes tipo 1 insulinodependiente que afecta a niños y jóvenes se debiese al microquimerismo materno. La enfermedad se caracteriza por la progresiva eliminación de las células beta del páncreas productoras de insulina. La autora propuso la hipótesis de que durante el embarazo algunas células maternas emigrarían al páncreas fetal integrándose en él y diferenciándose en células beta, y cuando el sistema inmunitario del recién nacido se desarrollase las atacaría reconciéndolas como elementos exógenos, o no propios. Se comprobó que estos niños diabéticos tenían mayor cantidad de células maternas que sus otros hermanos y otros niños sanos. Estas observaciones clínicas abonaban la teoría que consideraba al microquimerismo como una patología fatal.
Pero otras observaciones de la misma autora sobre la diabetes contradijeron la anterior conclusión.
Halló en una autopsia de un diabético células maternas productoras de insulina en su páncreas. E igualmente encontró células maternas productoras de insulina en páncreas de no diabéticos y sin signos de haber sufrido una agresión inmunitaria.
¿Era posible que el microquimerismo materno tuviese un papel benéfico para el huésped en determinados casos?.
La autora planteó en 2007 una audaz hipótesis : las células maternas podrían participar en la regeneración de un órgano materno. Y si se era capaz de inducir y controlar esta función reparadora podría utilizarse el microquimerismo como agente terapéutico. Esta posibilidad abriría a la medicina un nuevo campo de acción pero la duda persistía, ¿cómo y por qué las células maternas se derivaban entres ser patológicas o regeneradoras? ¿cómo se explicaba esta misteriosa dualidad?
En la misma dirección la autora había descrito el micorquimerismo fetal a mediados de los años 90. La presencia de células fetales en la madre y su supervivencia a largo plazo era otro misterio sin resolver y las preguntas acerca del funcionamiento del sistema inmunitario de la madre eran las mismas que para el feto. Parecía que se caminaba en un círculo cerrado. Unas observaciones clínicas contradecían otras y no se avanzaba en el conocimiento intrínseco del fenómeno.
Las enfermedades autoinmunitarias por su complejidad ofrecen un campo propicio para elaborar teorías que desgraciadamente no suelen verificarse en la práctica. La autora propuso , entonces, que esas enfermedades bien pudieran deberse a la interacción de las células de la madre con las procedentes del feto. Teoría excitante, como la define la propia autora, a la que dedicó varias investigaciones.
Estadísticamente las enfermeades autoinmunitarias son más frecuentes en mujeres que en hombres, de una edad comprendida entres los cuarenta y los sesenta años, y después de haber estado embarazadas hace años. Un cuadro general sobre el que exponer la posibilidad de un origen microquimérico fetal, más difícil de verificar.
J.Lee Nelson buceó en los trasplantes de órganos para encontrar datos que apoyaran aunque fuera indirectamente la teoría que había expuesto sobre el microquimerismo en las enfermedades autoinmunitarias, y es que el rechazo de los órganos donantes por parte del huésped podría iluminar lo que sucedía con el sistema inmunitario cuando detectaba células y tejidos ajenos insertados en su organismo. Los antígenos leucocitarios humanos o HLA, moléculas de la superficie celular, deben ser idénticos , o muy parecidos, entre donante y receptor para que el trasplante tenga viabilidad. si no sucede así el sistema inmunitario del huésped reconocería a los tejidos del órgano implantado, los atacaría y rechazaría. Pero si las células del órgano trasplantado sin ser perfectamente compatibles sí tienen un alto porcentaje de compatiblidad el huésped no rechazaría de inmediato el órgano, pero con el tiempo se producirá un ataque de las células del órgano donante contra el huésped que se conoce como enfermedad "injerto contra huésped", caracterizada por un endurecimiento de la piel, necrosis de la mucosa intestinal y destrucción pulmonar.
No pasó desapercibido a la investigadora Lee Nelson la similitud de signos patológicos entre la enfermedad "injerto contra huésped" y una enfermedad autoinmunitaria concreta, la esclerodermia. Por primera vez podría relacionarse el microquimerismo con una enfermedad autoinmune, siempre que se demostrase, como primera premisa, que las pacientes aquejadas de esta enfermedad tenían células fetales en sus cuerpos.
La investigadora seleccionó a pacientes esclerodérmicas que hubiesen sido madres de varones para su estudio. Lo que no deja de ser un campo restringido, pero válido para comenzar el misterio del microquimerismo.
Analizó los tejidos de las pacientes afectadas con otras mujeres sanas. La presencia de células fetales en las madres con esclerodermia fue superior a las sanas. Un hallazgo prometedor. Que se reforzó cuando se descubrió microquimerismo fetal en la piel e intestinos de pacientes aquejados de esclerodermia (Sergio Jiménez. Universidad Jefferson.EE.UU).
Pero la interrogación persistía : ¿cómo era posible que células fetales pasasen inadvertidas para el sistema inmunitario materno durante tantos años? ¿ y qué había sucedido para que de pronto las reconociesen como intrusas al cabo de los años?.
Una observación clínica relacionada con los HLA , moléculas de la superficie celular, parecía contestarlas. Los HLA de clase II de las células fetales muestran una similitud con las HLA clase II de las células de mujeres con esclerodermia. Es lógico suponer que aquellas células fetales con HLA diferente del de las madres serían detectadas de inmediato por el sistema inmunitario materno y las destruirían, mientras que si los HLA fueran semejantes podrían pasar inadvertidas y el sistema inmunitario de la madre no las eliminaría aposentámdose en los tejidos y órganos maternos.
Estas hipótesis, con visos de realidad, no contestarían tampoco a las preguntas anteriormente formuladas. El microquimerismo fetal sigue siendo un fenómeno poco conocido y sin explicación coherente , como tampoco se puede asegurar que tenga algún beneficio para la madre. Sin embargo J.Lee Nelson señala una serie de supuestos efectos benéficos , mas teóricos que reales y comprobados : podrían ayudar a reforzar el sistema inmunitario materno y mejorar la respuesta inmunitaria materna ante algunas enfermedades , como la artritis reumatoide ; o colaborar en la reparación de tejidos dañados, en un más allá de la teoría que expone.
La mejoría de la artritis reumatoide durante el embarzao se había asociado siempre a que las tasas de cortisol aumentaban en dos y tres veces sus niveles normales y el cortisol es conocido como un magnífico antiinflamatorio. Pero no todas las embarazadas con esta enfermedad mejoraban comprobándose casos en que la tasa de cortisol era baja y sin embargo mejoraban mientras otras, con cortisol elevado, no experimentaban mejoría alguna.
La doctora Lee Nelson pensó en una explicación inmunitaria para esta discordancia basándose en su hallazgo de que en las madres con fetos cuyos HLA II eran distintos mejoraban de la sintomatología artrítica durante el embarazo. Tasas elevadas de microquimerismo fetal en la sangre materna producían una mejoría sintomática de la artritis reumatoide durante el embarazo, y su descenso en el posparto suponía la aparición de brotes posteriores.
Claro está que esta explicación contradice la sobservaciones anteriores expuestas por la misma autora, pues las células fetales con HLA II distinto al de la madre serían pronto "descubiertas" por el sistema inmunitario materno destruyéndolas. Una posible solución al dilema teórico planteado sería que el sistema inmunitario materno se inactivase de alguna manera durante el embarazo produciendo, en consecuencia, una disminución del ataque inmunitario en los cartílagos y articulaciones que se correspondería con la mejoría clínica. O bien, como segunda alternativa, que el sistema inmunitario materno derivase todos sus esfuerzos a la lucha contra las células fetales con HLA II y abandonase el territorio articular. Pero , tanto en un caso como en otro, los datos analíticos clínicos deberían corroborar estas hipótesis.
Vemos que el microquimerismo nos ha abierto un mundo nuevo en el que debido a sus escaso conocimiento la formulación de teorías contradictorias denotan su falta de veracidad, y mientras tanto la investigación se mueve sin el soporte de una hipótesis general que al menos asevere que este fenómeno sea lesivo o no para la salud.

domingo, 2 de agosto de 2009

EL ATRASO CULTURAL DEL MUNDO ISLÁMICO

Se lo pregunta Robert Fisk en "The Independent". Pero su respuesta me desconcierta. Porque viene a concluir que la principal causa del atraso cultural del mundo árabe es la guerra palestina-israelí , y propone como solución , además de dar por finalizada la citada guerra sin especificar cómo y en qué términos, el envío desde el mundo occidental de maestros, economistas, agrónomos, en lugar de soldados.
Es evidente que el artículo peca de superficialidad en su análisis y no deja de ser la exposición de un católogo de buenas intenciones totalmente desconectada de la realidad social del mundo islámico y nos reprimamos la risa ante la ausente textura de sus premisas. De un prestigioso analista político debe esperarse más profundidad y much más rigor.
Hoy día existe un evidente antagonismo entre el Occidente laico y el mundo musulmán, como también se aprecia entre la cultura laica y el mundo cristiano, observación ya advertida por los líderes religiosos Juan Pablo II y Benedicto XVI que llevó a este último a denunciar al laicismo como enemigo común de las creencias religiosas cristiana y musulmana y a añorar para Occidente la actual situación radical y fanática en que vive el mundo islámico.
Si de la Iglesia Católica dependiese nunca Occidente habría salido de la Edad Media. Los dos últimos papas seguían soñando con una Europa atrasada culturalmente, ignorante de la ciencia, analfabeta masivamente, con la mujer sometida al varón, y sobre todo con su papel político hegemónico dueña de los políticos. Exactamente el mismo panorama que Robert Fisk describe del mundo musulmán actual.
Y como sucedió en Europa el islamismo debe pasar por un Renacimiento y un Siglo de las Luces. Le faltan filósofos, pensadores y científicos, que pongan en el centro de la sociedad al individuo y no a sus respectivos dioses. Todo ocurre como si al islamismo le faltaran los seis siglos de antigüedad que le lleva el cristianismo.
Cuando el mundo árabe en lugar de basar su organización política y social en las enseñanzas del Corán lo haga en el ciudadano de a pie, el que desea la paz, prosperidad y el respeto de todas las creencias religiosas. Es decir, cuando entienda que se puede vivir y convivir con otros ciudadanos por su mera condición de tales y que la religión es un asunto privado y no público, la luz brillará en su mundo y las actuales costumbres y organizaicón jerárquica árabes serán consideradas como el pasado, un doloros y tenebroso pasado.
El mundo islámico precisa de una revolución como la francesa y a partir de ahí comenzar a organizar su mundo político y religioso de otra manera, democrático y tolerante.

miércoles, 29 de julio de 2009

LA NOCIVIDAD DE LAS ANTENAS DE TELEFONÍA MÓVIL

Desde que el uso del teléfono móvil se generalizó en España y su red de antenas de soporte hubo de extenderse por toda la geografía voces aisladas, en un principio, y comunidades de vecinos y diversos colectivos depsués, clamaron contra la instalación de las citadas antenas acusándolas de originar diferentes enfermedaes , entre las cuales los tumores del sistema nervioso central y distintos tipos de leucemias se presentaron como más frecuentes. Pronto las compañías multinacionales de telefonía móvil respondieron con informes técnicos y declaraciones de eminentes científicos la falsedad de la acusación. Pero como suele suceder en aquellos temas que para su comprensión se precisan unos mínimos conocimientos científicos el público no sólo no entendió los razonamientos de las compañías de telefonóa móvil sino que prefirió seguir a aquellos que en un lenguaje más asequible y más cercano a su escasa formación y cultura continuaban su campaña de descrédito.

La revista de divulgación médic "Jano" (15/05/09) publicó un pequeño artículo titulado "Las antenas de telefonía móvil no suponen un riesgo para la salud", cuyo mensaje quedaría rstringido si no alcanza a los medios de comunicación social populares.

Se expone en el artículo que los campos electromagnéticos de radiofrecuencia de la telefonía móvil pertenecen la espectro electromagnético de radiación no ionizante donde su energía resultaría insuficiente para alterar el ADN celular y causar enfermedades degenerativas, pero sí que serían capaces de provocar un aumento de la temperatura corporal. Este efecto es al parecer el único que se admite y se comprueba en este tipo de radiación no ionizante.

La radiación no ionizante tendría la suficiente capacidad para penetrar en el tejido humano y provocar una alteración ¿local? ¿general? en el sistema interno termoregulador del cuerpo humano. No se explica en el artículo el mecanismo por el cual se experiementa ese aumento de la temperatura corporal y qué consecuencias tiene sobre le funcionamiento del cuerpo. Sí se asegura citando otro artículo (Medicina Clínica. 28/09/08) que carece de efecto perjudicial para la salud y la opinión de dos miembros del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencia y Salud de la Universidad Complutense de Madrid, que asegura que "el sistema de termorregulación humano es capaz de disipar el calor que produce la energía procedente de las antenas y de otras fuentes emisoras, lo que evita daños a la salud".

Estaríamos ante un tipo de radiación no nociva para la salud pero no inocua, pues causa efectos somáticos comprobables.
El artículo acahca al sensacionalismo la preocupación de la gente por las antenas de telefonía móvil y su manipulación interesada, pues no hay quejas sobre otras radiofecuencias de mayor potencia como la televisión y la radio, de uso cotidiano, cuya potencia de emisión es 650 veces superior a la de las antenas de telefonía, y que se ha demostrado en muchos estudios que no suponen un perjuicio para la salud, e incluso por las emisiones de los teléfonos móviles. Este añadido último no parece lógico, pues el teléfono móvil sería el receptor final de la emisión de las antenas y si se admite para ellas que elevan la temperatura corporal ¿qué efecto tienen los terminales móviles pegados al cuerpo durante un mínimo de diez hoaras , que son aproximadamente el tiempo en que cualquier consumidor lleva encima su teléfono móvil? ¿ese efecto de elevación de la temperatura es superior al estar en íntimo contacto con el cuerpo?
Concluye la exposición con una alusión sobre "la aceptabilidad de los riesgos que el individuo asume como voluntarios y teóricamente aceptables". Es decir, apela a la responsabilidad individual sobre le uso y manejo de esta nueva tecnología telefónica, como se hace cuando se fuma o se bebe alcohol, solo que en estos casos la advertencia sobre el perjuicio para la salud está claramente señalada en sus cajetillas y envases. Se responsabiliza al consumidor del uso y abuso de la técnica. El problema se plantea cuando individualmente no se acepte que el beneficio sea superior al riesgo y no se pueda hacer nada para evitar los perjuicios para la salud al vivir englobado en una red de antenas sobre cuya instalación nadie le ha pedido su opinión. El clásico dilema entre la libertad individual y la sociedad y la supremacía de cada cual debería plantearse en la tesitura propuesta por el estudio cuando apela a la "responsabilidad individual" como si ésta no fuera más que una figura retórica carente de validez práctica. No debería el autor haber entrado en este terreno ético y limitarse a demostrar la ausencia de perjuicio para la salud de las antenas de telefonía móvil, así sin más. Lo que no hace convincentemente.
Como para aseverar la inocuidad de las antenas de telefonía móvil se cita la recomendación de la OMS(Organización Mundial de la Salud) que considera como valor seguro de la tasa de absorción específica media de cuerpo entero en 0,08 W/kg de tejido. Los autores del artículo aseguran que la "tasa a la que habitualmente se expone la población es cientos o miles de veces por debajo de los niveles que la OMS considera seguros".
Lejos de tranquilizarme , el artículo me abre incógnitas y sospechas que hasta ahora no había valorado porque su tono parece justificador de las presencias de las citadas antenas y no un informe científico serio, y hasta sospecho que intereses económicos pudieran esconderse detrás de su publicación.

lunes, 13 de julio de 2009

CUANDO LA CIENCIA NO HABITA EN LA UNIVERSIDAD

En una loable iniciativa de acercar al gran público el mundo de la ciencia la Universidad de Málaga edita una revista de divulgación científica en colaboración con el diario Sur de amplia difusión en su provincia y la Comarca del Campo de Gibraltar. "UCIENCIA" ha comenzado su andadura este mismo mes de julio, y le deseo una larga vida siempre que su contenido esté a la altura que se le ha de suponer a una revista universitaria, que no es el caso.
En este primer número presenta un repaso de la actualidad científica con dos reseñas que no se sabe bien si van de coña o el comité de redacción no es tan científico como se le supone. Estoy confundido y preferería que la primera opción fuera la verdadera.

PRIMERA COÑA. INSOMNIO LETAL FAMILIAR.
Se reseña esta "rara" enfermedad que impide dormir al paciente hasta el extremo de que le puede causar la muerte por agotamiento. Menos de cien casos, refiere, se han documentado en el mundo.
El País Vasco tiene el cincuenta por ciento de los casos españoles, ¿de cuántos hablamos en realidad si hay cien en todo el mundo ?, y este excesivo dato estadístico ha llevado a la Universidad del País Vasco a realizar un estudio concluyendo que la causa de la enfermedad se debe una mutación genética.
Increíble tanta vaguedad de ciencia en la reseña de la revista malagueña, pero eso no es todo, porque cita a una bióloga, Ana Belén Rodriguez Martinez, ¿de la Universidad de Málaga?, que ha trabajado en la causas que explicasen la concentración de casos en el País Vasco y cuyas conclusiones fueron que la orografía del territorio y el aislamiento cultural y genético provocaron lo que denomina el "efecto fundador" de una nueva población ( que ubica hace 2000 años) a partir de un reducido grupo de individuos que compartirían las mismas características genéticas.
Quiero creer que la síntesis precisa para la reseña ha sido la culpable de semejante disparate, tanta ignorancia no tiene otra explicación.
La lectura entre líneas del artículo situaría la existencia del pueblo vasco en tiempos históricos actuales, alrededor de los dos mil años de nuestra era, lo que supondría un verdadero avance en la investigación de los orígenes del pueblo vasco, ¿verdad?, si no fuera un disparate que cualquier libro de Historia demuestra su falsedad. Suponer al pueblo vasco un aislamiento cultural y su consiguiente retraso es un prejuicio ya conocido en los textos nacionalistas españoles, y una falacia histórica y cultural.
¡Vaya coña de investigación para una Universidad!

SEGUNDA COÑA. LA OBESIDAD CONTAMINA.
Alude Uciencia a un artículo publicado en la revista británica International Journal of Epidemology en el que la delgadez es buena para preservar el "planeta".
Los obesos consumirían un 18% más de energía que las personas con peso normal. Y demás utilizarían el transporte público con más frecuencia que los demás (quizás porque son tan obesos que no entran en los coches privados).
Contrapone Phil Edwards, uno de los autores del artículo inglés, estos datos tan incontrovertibles con los de la población de Vietnam (sin comentarios por el paralelismo entre la sociedad inglesa y la vietnamita), que consume un 20% menos de alimentos y su grado de contaminación es inferior al de las zonas con mayor porcnetaje de obesos. Pura ciencia estadística, como se puede comprobar.
La reseña es para llorar. Impropia de un organismo científico como debe ser toda Universidad. ¿Pero el comité de redacción tiene algún título universitario , o tuvo día libre cuando se seleccionó el artículo?

Lástima que el primer número de UCIENCIA tenga tan baja calidad.

martes, 7 de julio de 2009

¿ES POSIBLE LA INVISIBILIDAD?

Ser invisible, como ser omnipotente, es un afán tan antiguo y tan consustancial al hombre que desde que éste adquirió los primeros rudimentos de inteligencia y razonamiento se ha manifestado más como una creencia que una posibilidad real. Algo más allá de la capacidad intelectiva, un horizonte inalcanzable soñado pero nunca visto en la realidad.
¿Y para qué el hombre quiere ser invisible?
¿Para satisfacer su curiosidad morbosa mientras se inmiscuye en vidas ajenas? ¿Para conocer la "verdad" del otro? ¿O como explica John Pendry (Gran Bretaña, 1943) para satisfacer el ánimo destructivo de los ejércitos y vencer cómodamente, sin riesgo físico propio, al enemigo?
Hace unos meses John Pendry dio una conferencia en Madrid invitado por la Caixa sobre sus experiencias en invisibilidad, en la que abrió un nuevo debate sobre su posibilidad práctica en el futuro. Sus teorías parecen propias de la ciencia-ficción, pero la argumentación que ofrece es an sólida como sorprendente.
El científico inglés comenzó hace veinte años sus estudios sobre la invisibilidad como una posibilidad teórica dentro de la física, y lo que parecía una especulación teórica pronto llamó la atención de los militares, preocupados por su mundo destructivo de aniquilar el máximo de enemigos sin sufrir baja alguna.
Los primeros experimentos los realizó para la empresa Marconi al idear un sistema físico de camuflaje que absorbiesen las ondas de radar haciendo invisibles, por ejemplo, ciertos tipos de aviones. El camuflaje consistía en una fina capa de carbono, que admite funcionó muy bien pero que le llevó a preguntarse por su causa íntima. Se pensó que el efecto logrado por la finísima capa de carbono se debía a sus características químicas, mas Pendry alumbró el camino de que la razón se encontraba en las propiedades estructurales de los materiales no en su química, en concreto en la ingeniería de las agujas que formaban las moléculas del carbono.
La teoría suponía una revolución conceptual y su aplicación en la industria militar una maravillosa arma.
El ejército estadounidense le invitó, según cuenta, a que expusiese su idea en San Antonio (Texas) ante un comité de expertos militares. Quedaron maravillados. Y le propusieron la fabricación de un manto de camuflaje útil para la guerra. Alegó que él era un físico teórico, más la Universidad de Duke recibió el encargo con David Smith como director del proyecto de intentar llevar a la práctica la teoría. Así se fabricó una capa invisible a las microondas y prublicó en la revista Science los resultados seis meses después , en 2006.
¿Dispone, entonces, el ejército estadounidense de esta arma tan sofisticada?
Las dudas éticas de algunos científicos sobre el mal uso de sus investigaciones e inventos es antigua. Cuando se formuló la energía nuclear de inmediato, y con muchos años de antelación a su uso pacífico y civil, su primer uso fue militar. La bomba atómica. Mas el científico inglés no parece tener demasiado escrúpulos de conciencia para que su teoría pueda llevarse a la práctica militar. Cree, ingenuamente, pienso, que el manto de camuflaje tendría una utilización militar defensiva , "no es el rayo de la muerte" asegura . Pero dentro del mundo militar, ¿quién es el agresor y quién es el defensor?
Formula John Pendry que todo depende de la capacidad estructural que tengan los metamateriales de doblar las ondas y de que esta sea menor que la longitud de la onda de la que se quiera ocultar. Poco importa la química de los metamateriales.
Aclara, a pesar de todo, que no piensa que la estructura lo sea todo, que cierre su teóría. La frecuencia es tanto o más importante. Es decir, explica que para las ondas de radar, su primer y satisfactorio experimento, es factible encontrar buenos materiales, pero no así para la luz visible. La luz visible tiene una longitud de onda muy pequeña y encontrar materiales cuya estructura sea más pequeña es el problema y reto. Nos adentramos en el nuevo campo de la nanotecnología, un mundo lleno de sorpresas cuyos frutos prácticos ya pueden verse en la industria.