miércoles, 26 de agosto de 2009

EL MISTERIO DEL MICROQUIMERISMO

Se define por microquimerismo la presencia en el cuerpo humano de células procedentes de otros organismos genéticamente distintos. Toma su nombre del ser mitológico formado su cuerpo por partes de un león, de una cabra y una serpiente.
Este fenómeno tan extraño está llamado a revolucionar el funcionamiento y definición de los conceptos clásicos admitidos sobre el sistema inmunitario humano .
Las primeras y desconcertantes observaciones sobre este fenómeno se dieron en la década de los años sesenta del pasado siglo cuando se constató la presencia de células cancerígenas de piel de la madre en el feto y placenta de una embarazada. Esta observación quedó como un enigma al que no se encontró explicación.
Años después otra observación clínica abundó en el problema planteado. Se comprobó que células sanguíneas normales maternas eran capaces de llegar al feto.
Las dos citas señalaban que existía algún camino unidireccional entre la madre y el feto de transferencia celular ignorándose su funcionalidad y posibles repercusiones patológicas para ambos.
La década siguiente, 1979, Leonard A. Herzenberg (Facultad de Medicina de Stanford . EE.UU) publicó un artículo sobre su descubrimiento de células masculinas (cromosoma Y) en la sangre de embarazadas de niños varones, lo que suponía que también existía una segunda vía de transferencia celular , desde el feto a la madre.
¿Cómo se realizaba esta doble direccionalidad de transferencia celular?
El siguiente paso acaeció en los años 90, cuando se detectaron células genéticamente distintas en personas adultas sanas. Esta pervivencia modificaba el concepto clásico de defensa del sistema inmunitario, pues no se entendía cómo y en primera instancia las defensas de la madre no las atacaron y destruyeron, y por defecto qué mecanismos inmunológicos maternos se inactivaron y consideraron a las células fetales como propias , o inofensivas.
El fenómeno del microquimerismo se presentaba como un hecho extraño e inexplicable con los presupuestos clásicos del funcionamiento del sistema inmunitario. Abría incógnitas que se presumían irresolubles con los escasos estudios publicados. Se necesitaban muchos más casos clínicos y una teoría coherente con ellos que modificase el singular funcionamiento del sistema inmunitario.
En los años posteriores aparecieron diversos artículos ampliando el número de observaciones clínicas complicando a la vez la elaboración de una teoría explicativa del proceso. En uno de ellos (J. Lee Nelson, Seattle. EE.UU) se describía el hallazgo de células madres en adultos con sistema inmunitario normal, incluso uno de los casos tenía 46 años de edad, algo sorprendente y fuera de toda explicación con los principios clásicos del proceso inmunitario. En otro (Diana W. Bianchi. Universidad de Tufts.EE.UU) se demostró la existencia de ADN masculino en mujeres que decenios antes habán estado embarazadas de niños varones. Comprobándose así la bidireccionalidad de la emigración celular.
Varias interrogaciones se plantearon entonces. La primera, ¿qué función y objetivo tenía el microquimerismo en el cuerpo humano? ¿se trataba de una anormalidad, o por el contrario la presencia de células de origen genético distinto ejercía funciones moduladoras del sistema inmunitario hasta ahora desconocidas? ¿cómo podían esas células en un cuerpo distinto al suyo sobrevivir durante tantos años sin ser destruidas?¿tenían alguna relación con las células madres?
Se admite que todas las células tienen un tiempo de vida limitado marcado por la apoptosis. Mas las células madres representan la excepción a la norma. Este tipo de células muestran una capacidad de reproducción y diferenciación ilimitada y son capaces de orognar series celulares especializadas. Entonces, ¿ las células microquiméricas podrían ser algún tipo de células madres?. Para corroborar esta hipótesis se necesitaba establecer una correlación entre patologías bien definidas y la presencia de las células microquiméricas, pero hasta ese momento la investigación se había limitado al descubrimiento del fenómeno en sí y no se podía vaticinar si el mismo era beneficioso o nocivo para el órgano receptor.
En 2004 Ann. M. Reed (Clinica Mayo) publicó un artículo demostrando que la dermatomiositis juvenil, enfermedad autoinmunitaria que afecta a la piel y musculatura, se debía a que células maternas inmunitarias reaccionaban contra las células de los tejidos del hijo-receptor.En el lupus neonatal sucedía algo parecido. Anticuerpos maternos viajaban por el sistema circulatorio hasta el feto atacando los tejidos fetales. La consecuencia era un recién nacido con un sistema inmunitario muy y órganos debilitados, caso del corazón, que limitaban fatalmente la supervivencia.
Lo que no se lograba entender en esos casos era por qué las madres estaban sanas y posteriores embarazos nacían sin problemas de salud. ¿Por qué la enfermedad afectaba sólo al primer varón concebido? ¿Explicaba la herencia los sucedido? J. Lee Nelson pensó que otras causas jugaban un papel importante. En colaboración con Anne M. Stevens examinaron tejidos cardiacos de niños varones fallecidos por fallo cardíaco y afectados de lupus neonatal, hallando en ellos células femeninas que lógicamente deberían de provenir de la madre. Además estas células producían proteínas. Es decir, no eran células sanguíneas circulantes, sino que formaban parte del mismo músculo cardíaco del recién nacido. Comparando el sorprendente hallazgo con otros tejidos cardíacos de neonatos muertos por enfermedades distintas del lupus vieron que las células maternas no aparecían o eran escasísimas, señalando a las células maternas como autoras de la enfermedad. Y llegaron a verificar que estas células instaladas en el feto y de origen materno eran células madres, o actuaban como tales, ya que habían logrado especializarse y formaban parte del corazón del recién nacido.
La respuesta a la relación entre las células maternas cedidas y las células madres era correcta, pero seguían sin contestación las demás incógnitas planteadas al principio del descubrimiento del microquimerismo.
El gran misterio de la pervivencia de las células maternas en el recién nacido y que se suponía debido a un fallo en su sistema inmunitario no parecía estar en camino de explicarse con los contradictorios hllazgos posteriores. Así se vio que en el caso de las enfermedades autoinmunitarias el sistema inmunitario del recién nacido reaccionaría contra las células maternas implantadas en los tejidos pero no contra los mismos tejidos. Estaríamos ante un ataque lógico y muy selectivo. Pero otros descubrimientos indicaron precisamente lo contrario. Estas células maternas serían capaces de reparar daños en algunos órganos sin incitar el previo ataque inmunitario del huésped. ¿Cómo se explicaba esta doble y contradictoria cualidad?
Las teorías sobre el fenómeno microquimérico oscilaban entre considerarlo como beneficioso o extremadamente perjudicial para la salud. La investigación médica aportaba datos contradictorios y la escasez de casos clínicos no ayudaba precisamente a su esclarecimiento.
En 2002 (J.Lee Nelson) se hizo especial incidencia en la posibilidad de que la diabetes tipo 1 insulinodependiente que afecta a niños y jóvenes se debiese al microquimerismo materno. La enfermedad se caracteriza por la progresiva eliminación de las células beta del páncreas productoras de insulina. La autora propuso la hipótesis de que durante el embarazo algunas células maternas emigrarían al páncreas fetal integrándose en él y diferenciándose en células beta, y cuando el sistema inmunitario del recién nacido se desarrollase las atacaría reconciéndolas como elementos exógenos, o no propios. Se comprobó que estos niños diabéticos tenían mayor cantidad de células maternas que sus otros hermanos y otros niños sanos. Estas observaciones clínicas abonaban la teoría que consideraba al microquimerismo como una patología fatal.
Pero otras observaciones de la misma autora sobre la diabetes contradijeron la anterior conclusión.
Halló en una autopsia de un diabético células maternas productoras de insulina en su páncreas. E igualmente encontró células maternas productoras de insulina en páncreas de no diabéticos y sin signos de haber sufrido una agresión inmunitaria.
¿Era posible que el microquimerismo materno tuviese un papel benéfico para el huésped en determinados casos?.
La autora planteó en 2007 una audaz hipótesis : las células maternas podrían participar en la regeneración de un órgano materno. Y si se era capaz de inducir y controlar esta función reparadora podría utilizarse el microquimerismo como agente terapéutico. Esta posibilidad abriría a la medicina un nuevo campo de acción pero la duda persistía, ¿cómo y por qué las células maternas se derivaban entres ser patológicas o regeneradoras? ¿cómo se explicaba esta misteriosa dualidad?
En la misma dirección la autora había descrito el micorquimerismo fetal a mediados de los años 90. La presencia de células fetales en la madre y su supervivencia a largo plazo era otro misterio sin resolver y las preguntas acerca del funcionamiento del sistema inmunitario de la madre eran las mismas que para el feto. Parecía que se caminaba en un círculo cerrado. Unas observaciones clínicas contradecían otras y no se avanzaba en el conocimiento intrínseco del fenómeno.
Las enfermedades autoinmunitarias por su complejidad ofrecen un campo propicio para elaborar teorías que desgraciadamente no suelen verificarse en la práctica. La autora propuso , entonces, que esas enfermedades bien pudieran deberse a la interacción de las células de la madre con las procedentes del feto. Teoría excitante, como la define la propia autora, a la que dedicó varias investigaciones.
Estadísticamente las enfermeades autoinmunitarias son más frecuentes en mujeres que en hombres, de una edad comprendida entres los cuarenta y los sesenta años, y después de haber estado embarazadas hace años. Un cuadro general sobre el que exponer la posibilidad de un origen microquimérico fetal, más difícil de verificar.
J.Lee Nelson buceó en los trasplantes de órganos para encontrar datos que apoyaran aunque fuera indirectamente la teoría que había expuesto sobre el microquimerismo en las enfermedades autoinmunitarias, y es que el rechazo de los órganos donantes por parte del huésped podría iluminar lo que sucedía con el sistema inmunitario cuando detectaba células y tejidos ajenos insertados en su organismo. Los antígenos leucocitarios humanos o HLA, moléculas de la superficie celular, deben ser idénticos , o muy parecidos, entre donante y receptor para que el trasplante tenga viabilidad. si no sucede así el sistema inmunitario del huésped reconocería a los tejidos del órgano implantado, los atacaría y rechazaría. Pero si las células del órgano trasplantado sin ser perfectamente compatibles sí tienen un alto porcentaje de compatiblidad el huésped no rechazaría de inmediato el órgano, pero con el tiempo se producirá un ataque de las células del órgano donante contra el huésped que se conoce como enfermedad "injerto contra huésped", caracterizada por un endurecimiento de la piel, necrosis de la mucosa intestinal y destrucción pulmonar.
No pasó desapercibido a la investigadora Lee Nelson la similitud de signos patológicos entre la enfermedad "injerto contra huésped" y una enfermedad autoinmunitaria concreta, la esclerodermia. Por primera vez podría relacionarse el microquimerismo con una enfermedad autoinmune, siempre que se demostrase, como primera premisa, que las pacientes aquejadas de esta enfermedad tenían células fetales en sus cuerpos.
La investigadora seleccionó a pacientes esclerodérmicas que hubiesen sido madres de varones para su estudio. Lo que no deja de ser un campo restringido, pero válido para comenzar el misterio del microquimerismo.
Analizó los tejidos de las pacientes afectadas con otras mujeres sanas. La presencia de células fetales en las madres con esclerodermia fue superior a las sanas. Un hallazgo prometedor. Que se reforzó cuando se descubrió microquimerismo fetal en la piel e intestinos de pacientes aquejados de esclerodermia (Sergio Jiménez. Universidad Jefferson.EE.UU).
Pero la interrogación persistía : ¿cómo era posible que células fetales pasasen inadvertidas para el sistema inmunitario materno durante tantos años? ¿ y qué había sucedido para que de pronto las reconociesen como intrusas al cabo de los años?.
Una observación clínica relacionada con los HLA , moléculas de la superficie celular, parecía contestarlas. Los HLA de clase II de las células fetales muestran una similitud con las HLA clase II de las células de mujeres con esclerodermia. Es lógico suponer que aquellas células fetales con HLA diferente del de las madres serían detectadas de inmediato por el sistema inmunitario materno y las destruirían, mientras que si los HLA fueran semejantes podrían pasar inadvertidas y el sistema inmunitario de la madre no las eliminaría aposentámdose en los tejidos y órganos maternos.
Estas hipótesis, con visos de realidad, no contestarían tampoco a las preguntas anteriormente formuladas. El microquimerismo fetal sigue siendo un fenómeno poco conocido y sin explicación coherente , como tampoco se puede asegurar que tenga algún beneficio para la madre. Sin embargo J.Lee Nelson señala una serie de supuestos efectos benéficos , mas teóricos que reales y comprobados : podrían ayudar a reforzar el sistema inmunitario materno y mejorar la respuesta inmunitaria materna ante algunas enfermedades , como la artritis reumatoide ; o colaborar en la reparación de tejidos dañados, en un más allá de la teoría que expone.
La mejoría de la artritis reumatoide durante el embarzao se había asociado siempre a que las tasas de cortisol aumentaban en dos y tres veces sus niveles normales y el cortisol es conocido como un magnífico antiinflamatorio. Pero no todas las embarazadas con esta enfermedad mejoraban comprobándose casos en que la tasa de cortisol era baja y sin embargo mejoraban mientras otras, con cortisol elevado, no experimentaban mejoría alguna.
La doctora Lee Nelson pensó en una explicación inmunitaria para esta discordancia basándose en su hallazgo de que en las madres con fetos cuyos HLA II eran distintos mejoraban de la sintomatología artrítica durante el embarazo. Tasas elevadas de microquimerismo fetal en la sangre materna producían una mejoría sintomática de la artritis reumatoide durante el embarazo, y su descenso en el posparto suponía la aparición de brotes posteriores.
Claro está que esta explicación contradice la sobservaciones anteriores expuestas por la misma autora, pues las células fetales con HLA II distinto al de la madre serían pronto "descubiertas" por el sistema inmunitario materno destruyéndolas. Una posible solución al dilema teórico planteado sería que el sistema inmunitario materno se inactivase de alguna manera durante el embarazo produciendo, en consecuencia, una disminución del ataque inmunitario en los cartílagos y articulaciones que se correspondería con la mejoría clínica. O bien, como segunda alternativa, que el sistema inmunitario materno derivase todos sus esfuerzos a la lucha contra las células fetales con HLA II y abandonase el territorio articular. Pero , tanto en un caso como en otro, los datos analíticos clínicos deberían corroborar estas hipótesis.
Vemos que el microquimerismo nos ha abierto un mundo nuevo en el que debido a sus escaso conocimiento la formulación de teorías contradictorias denotan su falta de veracidad, y mientras tanto la investigación se mueve sin el soporte de una hipótesis general que al menos asevere que este fenómeno sea lesivo o no para la salud.

1 comentario:

Tyrael dijo...

Unos consejos, dejar más espacio entre los párrafos, añadir alguna imagen, cuidar un poco más la sintaxis y complementar el articulo con las referencias.