lunes, 5 de mayo de 2008

SOBRE LOS DIOSES. 1

Decía Miguel de Unamuno que la existencia de Dios era un problema insoluble ... desde un punto de vista racional.
Apartada la razón sólo queda la fe a la resolver el problema.
Es decir, queda la subjetividad individual. ccuaqluier subjetividad es por definición relativa, pues lo válido para una persona puede no serlo para otra.
La organización dogmática de esta fe y creencias inividuales crean las religiones. Las religiones son, pues, un conjunto de subjetividades que lejos de admitir su relativismo pretenden poseer la "verdad absoluta" e imponerse a un conjunto social.
Pero no es de las religiones como instituciones sociales, políticas, y filosóficas, lo que debe ocuparnos ahora, sino el hecho mismo de que alguien, cualquier persona, entienda la existencia de Dios como una necesidad íntima que dé sentido a su vida.
Este necesidad, humana, es la autora de los dioses.
Los dioses tienen como finalidad darnos "sentido", son un producto de la conciencia humana y una necesidad a nuestra carencia de entender las razones de nuestra existencia individual, coelctiva, y nuestro lugar en el Universo, así como la finalidad y composición del mismo. Explicación de nuestra nimiedad, abordada desde la humildad, y producto de nuestra ignorancia.
Nuestra conciencia se rebela ante la evidencia natural de sabernos pasajeros, de no concoer nuestro origen y objetivo en la vida, y ansía perdurar, prolongarse eternamente de alguna manera en otro ámbito que nos explique las razones de nuestra existencia, de por qué hemos nacido y vivido, y sobre todo para qué.
Este anhelo, deseo desbocado en nuestra conciencia, es la solución racional que el Hombre ha encontrado para aceptarse y aceptar a los demás, para "entender" nuestra vida.
El anhelo inventó a los dioses. Como proyecciones ideales de nuestras propias carencias individuales. Soluciones individuales y relativas, que pretendemos absolutas y generales, a pesar de que las sabemos artificiales. Autoengaño, ilusión premeditada, del que olvidamos su elaboración racional para seguir viviendo como si fueran auténticas verdades y objetico de nuestra existencia. Respuesta a nuestra inquietud racional ante lo desconocido o inexplicado.
(Artículo publicado en Munduan toki bat, 07/08/26)

jueves, 1 de mayo de 2008

LIBERTAD DE PENSAMIENTO.

La libertad de pensamiento es el último reducto del Hombre, lugar inviolable e intimidad mejor guardada, base de su ser y estar en la vida. En esencia es el sustrato básico de su condición humana, que le conforma como entidad individual y diferenciada de los demás. El pensamiento es el rasgo diferenciador de la especie humana respecto a los otras especies y condición sine qua non a la hora de definirla.
Consecuencia intrínseca del pensar es su libertad , y por ende la responsabilidad de sus actos derivados.
Por eso el artículo de opinión de Henrik Walter (neurológo del la Policlínica Universitaria de Bonn, Alemania) publicado en "Mente y Cerebro" (nº 28.2008) alertando sobre su posible manipulación como consecuencia de las investigaciones cerebrales que se vienen practicando en algunos centros de investigación neuroanatómica llama poderosamente la atención. Reclama la consideración de un derecho civil para la libertad de pensamiento y su consecuencia de responsabilidad individual y colectiva. Walter anuncia un futuro ya conocido en la literatura fantástica y de ciencia-ficción en el que es posible la manipulación individual y colectiva de los hombres mediante técnicas de alteración de la bioquímica y estructura cerebral. Un mundo muy distinto del actual en el que los hombres vivirían inmersos en códigos previamente establecidos, uniformes e inocuos para el pdoer establecido, cualquiera que este fuera, dividido en dos grandes sectores , los que controlan y los controlados.
Dejando a un lado esta visión apocalíptica de la Humanidad, no debemos de olvidarnos de la vieja idea de ¿quién controla a los controladores?, y así, admitiendo por principio que nunca será posible leer el pensamiento, como define y asegura, a partir de " la lectura de las señales cerebrales", campo de gran desarrollo actual en la Neurociencia, reclama el autor comités específicos para esta ciencia que analicen los diferentes programas de investigación en curso, caso del "Centro de libertad cognitiva y ética" de EE.UU, integrado por juristas y neurocientíficos, para "ampliar la protección de la esfera privada al área mental".
Existe un evidente miedo por Henrik Walter a que se den estén dando los primeros pasos para la sociedad autómata que describí anteriormente. Es elogiable su actitud. Pero limitar las investigaciones cerebrales del presente y futuro induce a dudar sobre la ideología subyacente en su petición, y forzosamente debemos volver a preguntarnos ¿quién controla a los controladores?, ¿qué fines animan a ese comité de expertos estadounidenses a agruparse más allá de los meros propagandísticos?
Nadie en este mundo es neutral. Ni independiente. Todos nos debemos a presupuestos ideológicos e intereses individuales y corporativos. Por eso dudo de la imparcialidad de cualquier comité que pretenda limitar el avance teconológico, y me baso precisamente en mi libertad de pensamiento.