miércoles, 29 de julio de 2009

LA NOCIVIDAD DE LAS ANTENAS DE TELEFONÍA MÓVIL

Desde que el uso del teléfono móvil se generalizó en España y su red de antenas de soporte hubo de extenderse por toda la geografía voces aisladas, en un principio, y comunidades de vecinos y diversos colectivos depsués, clamaron contra la instalación de las citadas antenas acusándolas de originar diferentes enfermedaes , entre las cuales los tumores del sistema nervioso central y distintos tipos de leucemias se presentaron como más frecuentes. Pronto las compañías multinacionales de telefonía móvil respondieron con informes técnicos y declaraciones de eminentes científicos la falsedad de la acusación. Pero como suele suceder en aquellos temas que para su comprensión se precisan unos mínimos conocimientos científicos el público no sólo no entendió los razonamientos de las compañías de telefonóa móvil sino que prefirió seguir a aquellos que en un lenguaje más asequible y más cercano a su escasa formación y cultura continuaban su campaña de descrédito.

La revista de divulgación médic "Jano" (15/05/09) publicó un pequeño artículo titulado "Las antenas de telefonía móvil no suponen un riesgo para la salud", cuyo mensaje quedaría rstringido si no alcanza a los medios de comunicación social populares.

Se expone en el artículo que los campos electromagnéticos de radiofrecuencia de la telefonía móvil pertenecen la espectro electromagnético de radiación no ionizante donde su energía resultaría insuficiente para alterar el ADN celular y causar enfermedades degenerativas, pero sí que serían capaces de provocar un aumento de la temperatura corporal. Este efecto es al parecer el único que se admite y se comprueba en este tipo de radiación no ionizante.

La radiación no ionizante tendría la suficiente capacidad para penetrar en el tejido humano y provocar una alteración ¿local? ¿general? en el sistema interno termoregulador del cuerpo humano. No se explica en el artículo el mecanismo por el cual se experiementa ese aumento de la temperatura corporal y qué consecuencias tiene sobre le funcionamiento del cuerpo. Sí se asegura citando otro artículo (Medicina Clínica. 28/09/08) que carece de efecto perjudicial para la salud y la opinión de dos miembros del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencia y Salud de la Universidad Complutense de Madrid, que asegura que "el sistema de termorregulación humano es capaz de disipar el calor que produce la energía procedente de las antenas y de otras fuentes emisoras, lo que evita daños a la salud".

Estaríamos ante un tipo de radiación no nociva para la salud pero no inocua, pues causa efectos somáticos comprobables.
El artículo acahca al sensacionalismo la preocupación de la gente por las antenas de telefonía móvil y su manipulación interesada, pues no hay quejas sobre otras radiofecuencias de mayor potencia como la televisión y la radio, de uso cotidiano, cuya potencia de emisión es 650 veces superior a la de las antenas de telefonía, y que se ha demostrado en muchos estudios que no suponen un perjuicio para la salud, e incluso por las emisiones de los teléfonos móviles. Este añadido último no parece lógico, pues el teléfono móvil sería el receptor final de la emisión de las antenas y si se admite para ellas que elevan la temperatura corporal ¿qué efecto tienen los terminales móviles pegados al cuerpo durante un mínimo de diez hoaras , que son aproximadamente el tiempo en que cualquier consumidor lleva encima su teléfono móvil? ¿ese efecto de elevación de la temperatura es superior al estar en íntimo contacto con el cuerpo?
Concluye la exposición con una alusión sobre "la aceptabilidad de los riesgos que el individuo asume como voluntarios y teóricamente aceptables". Es decir, apela a la responsabilidad individual sobre le uso y manejo de esta nueva tecnología telefónica, como se hace cuando se fuma o se bebe alcohol, solo que en estos casos la advertencia sobre el perjuicio para la salud está claramente señalada en sus cajetillas y envases. Se responsabiliza al consumidor del uso y abuso de la técnica. El problema se plantea cuando individualmente no se acepte que el beneficio sea superior al riesgo y no se pueda hacer nada para evitar los perjuicios para la salud al vivir englobado en una red de antenas sobre cuya instalación nadie le ha pedido su opinión. El clásico dilema entre la libertad individual y la sociedad y la supremacía de cada cual debería plantearse en la tesitura propuesta por el estudio cuando apela a la "responsabilidad individual" como si ésta no fuera más que una figura retórica carente de validez práctica. No debería el autor haber entrado en este terreno ético y limitarse a demostrar la ausencia de perjuicio para la salud de las antenas de telefonía móvil, así sin más. Lo que no hace convincentemente.
Como para aseverar la inocuidad de las antenas de telefonía móvil se cita la recomendación de la OMS(Organización Mundial de la Salud) que considera como valor seguro de la tasa de absorción específica media de cuerpo entero en 0,08 W/kg de tejido. Los autores del artículo aseguran que la "tasa a la que habitualmente se expone la población es cientos o miles de veces por debajo de los niveles que la OMS considera seguros".
Lejos de tranquilizarme , el artículo me abre incógnitas y sospechas que hasta ahora no había valorado porque su tono parece justificador de las presencias de las citadas antenas y no un informe científico serio, y hasta sospecho que intereses económicos pudieran esconderse detrás de su publicación.

lunes, 13 de julio de 2009

CUANDO LA CIENCIA NO HABITA EN LA UNIVERSIDAD

En una loable iniciativa de acercar al gran público el mundo de la ciencia la Universidad de Málaga edita una revista de divulgación científica en colaboración con el diario Sur de amplia difusión en su provincia y la Comarca del Campo de Gibraltar. "UCIENCIA" ha comenzado su andadura este mismo mes de julio, y le deseo una larga vida siempre que su contenido esté a la altura que se le ha de suponer a una revista universitaria, que no es el caso.
En este primer número presenta un repaso de la actualidad científica con dos reseñas que no se sabe bien si van de coña o el comité de redacción no es tan científico como se le supone. Estoy confundido y preferería que la primera opción fuera la verdadera.

PRIMERA COÑA. INSOMNIO LETAL FAMILIAR.
Se reseña esta "rara" enfermedad que impide dormir al paciente hasta el extremo de que le puede causar la muerte por agotamiento. Menos de cien casos, refiere, se han documentado en el mundo.
El País Vasco tiene el cincuenta por ciento de los casos españoles, ¿de cuántos hablamos en realidad si hay cien en todo el mundo ?, y este excesivo dato estadístico ha llevado a la Universidad del País Vasco a realizar un estudio concluyendo que la causa de la enfermedad se debe una mutación genética.
Increíble tanta vaguedad de ciencia en la reseña de la revista malagueña, pero eso no es todo, porque cita a una bióloga, Ana Belén Rodriguez Martinez, ¿de la Universidad de Málaga?, que ha trabajado en la causas que explicasen la concentración de casos en el País Vasco y cuyas conclusiones fueron que la orografía del territorio y el aislamiento cultural y genético provocaron lo que denomina el "efecto fundador" de una nueva población ( que ubica hace 2000 años) a partir de un reducido grupo de individuos que compartirían las mismas características genéticas.
Quiero creer que la síntesis precisa para la reseña ha sido la culpable de semejante disparate, tanta ignorancia no tiene otra explicación.
La lectura entre líneas del artículo situaría la existencia del pueblo vasco en tiempos históricos actuales, alrededor de los dos mil años de nuestra era, lo que supondría un verdadero avance en la investigación de los orígenes del pueblo vasco, ¿verdad?, si no fuera un disparate que cualquier libro de Historia demuestra su falsedad. Suponer al pueblo vasco un aislamiento cultural y su consiguiente retraso es un prejuicio ya conocido en los textos nacionalistas españoles, y una falacia histórica y cultural.
¡Vaya coña de investigación para una Universidad!

SEGUNDA COÑA. LA OBESIDAD CONTAMINA.
Alude Uciencia a un artículo publicado en la revista británica International Journal of Epidemology en el que la delgadez es buena para preservar el "planeta".
Los obesos consumirían un 18% más de energía que las personas con peso normal. Y demás utilizarían el transporte público con más frecuencia que los demás (quizás porque son tan obesos que no entran en los coches privados).
Contrapone Phil Edwards, uno de los autores del artículo inglés, estos datos tan incontrovertibles con los de la población de Vietnam (sin comentarios por el paralelismo entre la sociedad inglesa y la vietnamita), que consume un 20% menos de alimentos y su grado de contaminación es inferior al de las zonas con mayor porcnetaje de obesos. Pura ciencia estadística, como se puede comprobar.
La reseña es para llorar. Impropia de un organismo científico como debe ser toda Universidad. ¿Pero el comité de redacción tiene algún título universitario , o tuvo día libre cuando se seleccionó el artículo?

Lástima que el primer número de UCIENCIA tenga tan baja calidad.

martes, 7 de julio de 2009

¿ES POSIBLE LA INVISIBILIDAD?

Ser invisible, como ser omnipotente, es un afán tan antiguo y tan consustancial al hombre que desde que éste adquirió los primeros rudimentos de inteligencia y razonamiento se ha manifestado más como una creencia que una posibilidad real. Algo más allá de la capacidad intelectiva, un horizonte inalcanzable soñado pero nunca visto en la realidad.
¿Y para qué el hombre quiere ser invisible?
¿Para satisfacer su curiosidad morbosa mientras se inmiscuye en vidas ajenas? ¿Para conocer la "verdad" del otro? ¿O como explica John Pendry (Gran Bretaña, 1943) para satisfacer el ánimo destructivo de los ejércitos y vencer cómodamente, sin riesgo físico propio, al enemigo?
Hace unos meses John Pendry dio una conferencia en Madrid invitado por la Caixa sobre sus experiencias en invisibilidad, en la que abrió un nuevo debate sobre su posibilidad práctica en el futuro. Sus teorías parecen propias de la ciencia-ficción, pero la argumentación que ofrece es an sólida como sorprendente.
El científico inglés comenzó hace veinte años sus estudios sobre la invisibilidad como una posibilidad teórica dentro de la física, y lo que parecía una especulación teórica pronto llamó la atención de los militares, preocupados por su mundo destructivo de aniquilar el máximo de enemigos sin sufrir baja alguna.
Los primeros experimentos los realizó para la empresa Marconi al idear un sistema físico de camuflaje que absorbiesen las ondas de radar haciendo invisibles, por ejemplo, ciertos tipos de aviones. El camuflaje consistía en una fina capa de carbono, que admite funcionó muy bien pero que le llevó a preguntarse por su causa íntima. Se pensó que el efecto logrado por la finísima capa de carbono se debía a sus características químicas, mas Pendry alumbró el camino de que la razón se encontraba en las propiedades estructurales de los materiales no en su química, en concreto en la ingeniería de las agujas que formaban las moléculas del carbono.
La teoría suponía una revolución conceptual y su aplicación en la industria militar una maravillosa arma.
El ejército estadounidense le invitó, según cuenta, a que expusiese su idea en San Antonio (Texas) ante un comité de expertos militares. Quedaron maravillados. Y le propusieron la fabricación de un manto de camuflaje útil para la guerra. Alegó que él era un físico teórico, más la Universidad de Duke recibió el encargo con David Smith como director del proyecto de intentar llevar a la práctica la teoría. Así se fabricó una capa invisible a las microondas y prublicó en la revista Science los resultados seis meses después , en 2006.
¿Dispone, entonces, el ejército estadounidense de esta arma tan sofisticada?
Las dudas éticas de algunos científicos sobre el mal uso de sus investigaciones e inventos es antigua. Cuando se formuló la energía nuclear de inmediato, y con muchos años de antelación a su uso pacífico y civil, su primer uso fue militar. La bomba atómica. Mas el científico inglés no parece tener demasiado escrúpulos de conciencia para que su teoría pueda llevarse a la práctica militar. Cree, ingenuamente, pienso, que el manto de camuflaje tendría una utilización militar defensiva , "no es el rayo de la muerte" asegura . Pero dentro del mundo militar, ¿quién es el agresor y quién es el defensor?
Formula John Pendry que todo depende de la capacidad estructural que tengan los metamateriales de doblar las ondas y de que esta sea menor que la longitud de la onda de la que se quiera ocultar. Poco importa la química de los metamateriales.
Aclara, a pesar de todo, que no piensa que la estructura lo sea todo, que cierre su teóría. La frecuencia es tanto o más importante. Es decir, explica que para las ondas de radar, su primer y satisfactorio experimento, es factible encontrar buenos materiales, pero no así para la luz visible. La luz visible tiene una longitud de onda muy pequeña y encontrar materiales cuya estructura sea más pequeña es el problema y reto. Nos adentramos en el nuevo campo de la nanotecnología, un mundo lleno de sorpresas cuyos frutos prácticos ya pueden verse en la industria.