lunes, 25 de enero de 2010

VUELVE LA POLÉMICA SOBRE LA EFICACIA DE LOS ANTIDEPRESIVOS

Hace dos años comentaba la dudosa eficacia de los antidepresivos a raíz de un reportaje publicado en el diario "Público" (28/02/08) y mi sorpresa por los resultados del metaanálisis realizado por Irving Kirsch, profesor de psicología en la Universiad de Hull (Gran Bretaña), en los que cuantificaba la eficacia de esta medicación semejante al placebo (sacarosa) en el tratamiento de la depresión.
El mismo diario, 13/01/10, publica otro artículo de la misma autora , Ainhoa Iriberri, haciéndose eco de la publicación en la revista médica norteamericana JAMA de un estudio del psicólogo de la Universidad de Pensilvania (EE.UU), Jay Fournier, en el que se insiste en la inutilidad de los medicamentos antidepresivos en las depresiones leves o moderadas.
Si no mediaran de por medio fuertes intereses económicos de los laboratorios productores de fármacos, en España se consumieron 23 millones de estos medicamentos en el año 2007 según el Ministerio de Sanidad y Política Social con un coste de 600 millones de euros, la disparidad de criterios científicos quedaría en un mero proceso de práctica terapeútica, pero ante tal volumen de negocio hay algo turbio en todo este asunto.
El estudio de Jay Fournier evaluó seis ensayos clínicos con antidepresivos . Tres inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina , y otros tres derivados tricíclicos. Comprobaron la ineficacia de los fármacos en casos de depresión leve y moderada, pues sus resultados fueron semejantes a los obtenidos por un placebo (sacarosa), y una mejoría "sustancial" en las depresiones graves. Sin especificar , en el artículo, en qué tanto por ciento fue superior al obtenido por el placebo. El término sustancial es subjetivo y sospechoso, y debería haberse determinado con exactitud. El mismo término utilizó el doctor Víctor Navarro, psiquiatra del Hospital Clínic de Barcelona, cuando la periodista le pidió su opinión sobre el artículo atreviéndose a cuantificarlo en "cercano al 95%", subjetivamente , claro.
Estaríamos entonces ante unos fármacos que deberían reservarse para unos cuantos casos elegidos y bien diagnosticados, pero que son de uso corriente entre la población, como justifican los 600 millones de euros gastados en España en ellos.
El problema parece encontrarse en el diagnóstico de la depresión. La socorrida escala de Hamilton para su diagnóstico no parece la mejor herramienta, a pesar de su uso generalizado en psicología y psiquiatría, pues la subjetividad del médico juega un importante papel en la puntuación obtenida. El psiquiatra debe diagnosticar apoyándose sobre todo en su experiencia clínica en este difuso campo donde la controversia entre unos y otros es factor decisivo .
Víctor Navarro insiste en perfeccionar el diagnóstico de la depresión. Y en su opinión no existen depresiones leves, sino casos de tristeza. Diferencia la tristeza de la depresión. Y para la tristeza los antidepresivos no son útiles. Mas insiste, en oposición a su diagnóstico diferenciador anterior, que estos fármacos en los casos de tristeza ayudan a mejorar el estado de ánimo del paciente, y por supuesto , los receta. ¿No había admitido que eran ineficaces?
Duda de los ensayos clinicos utilizados con los antidepresivos, porque piensa que es difícil encontrar series de pacientes con verdadera depresión dispuestos a colaborar. Estos pacientes prefieren que se le administren fármacos de probada utilidad para su enfermedad antes de que caigan en el grupo de control con placebos. Opinión que desmonta todo ensayo clínico realizado en EE.UU para conseguir la aprobación por la FAD de la fluoxetina , por ejemplo.
Nos encontramos ante una enfermedad , como es la depresión, cuyos límites son imprecisos y con manifestaciones patológicas múltiples difíciles de encuadrar en un único cuadro. En el que la psicoterapia puede ser más valiosa que la medicación, pero que como bien dice el psiquiatra V. Navarro el Sistema Público de Salud en España no ofrece al paciente. Para el Sistema Sanitario es más económico subvencionar los fármacos que extender en los Centros de Salud la atención especializada psicológica. La consecuencia de esta política sanitaria es el abuso de la medicación antidepresiva entre la población recetada por especialistas que saben de antemano de la ineficacia de los mismos.
El paciente "triste" , siguiendo la diferenciación de V. Navarro, no suele acudir a los centros hospitalarios y sí, en cambio, a los Centros de Salud, donde el médico de cabecera es el encargado de recetar los antidepresivos. Mientras que los pacientes depresivos de verdad sí que son atendidos por especialistas en psiquiatría en los Centros de Salud Mental. El Sistema Sanitario debería prohibir recetar antidepresivos en los Centros de Salud y reservarlos para los de Salud Mental ; así la medicación se destinaría a aquellos pacientes en los que parece ser más eficaz.
Esta política sanitaria farmacológica ahorraría una buena parte de esos 600 millones de euros gastados.
Mas dejando a un lado estas directrices económicas , no podemos obviar los resultados de los metaanálisis de Kirsch y Fournier en que se demuestra que la medicación antidepresiva no es tan eficaz como anuncia la propaganda de los laboratorios productores y que el amplio consumo de esta medicación puede deberse a intereses económicos de los laboratorios farmaceúticos y a su influencia sobre los sistemas de control de medicamentos estatales.
La ausencia de medidas que limiten su prescripción por parte de las autoridades sanitarias y la aprobación de este grupo de medicamentos sin estudios clínicos serios inducen a pensar que algo huele mal en todo este mundo de la política y de la industria farmaceútica. Sospecha incrementada por tantas opiniones contradictorias sobre su utilidad y eficacia.

domingo, 24 de enero de 2010

ANALISIS DE LOS RECIENTES ESTUDIOS SOBRE LA INFLUENCIA EN LA SALUD DE LA TELEFONÍA MÓVIL

El 29 de julio de 2009 reflexionaba sobre algunas informaciones aparecidas en los medios de comunicación social referentes a la inocuidad de la telefonía móvil. No llegué a ninguna conclusión definitiva. A mi entender los informes en que se basaba la noticia abrían más incógnitas que resoluciones sobre su inocuidad . La confesión de no poder predecir más allá de los diez años en que esta técnica de comunicación tiene de uso generalizado, así como la apelación a la responsabilidad del consumidor, son notas finales del artículo que inducen a la desconfianza.
Desde entonces, como un goteo leve pero persistente, vienen apareciendo noticias desmintiendo la nocividad de la telefonía móvil.
Así un artículo de la web Tendencias21.net , fecha 4/11/2009, y otro publicado en el diario "El País", 9/12/2009, basándose en dos fuentes distintas, confirman la inocuidad de la telefonía móvil. Los dos artículos, sin embargo, dan un plazo de diez años para comprobar estadísticamente si la incidencia de tumores cerebrales en concreto ha experimentado un aumento.
Analizar cada uno de los informes merece la pena. Porque vuelven las dudas de mi primera reflexión, y encuentro poco esclarecedores de mis dudas iniciales.
Tendencias21.nte basa su artículo en el ya leído informe del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y salud (CCARS), patrocinado por la Fundación General de la Universidad Complutense de Madrid y financiado ... ¿por compañías de telefonía móvil , tal como se publicó en un principio?.
La rotunda afirmación del artículo , "las últimas investigaciones científicas realizadas señalan que el teléfono móvil no tiene ningún efecto nocivo para la salud" es lo que quisiera oír, y sería lo que de verdad podría desmontar cualquier campaña de descrédito, pero temo que el mismo artículo se contradice.
Se alude a análisis experimentales demostrativos de la ausencia de efectos genotóxicos y carcinogéneticos de la telefonía móvil. Me alegro que así sea, porque contradice y replica el informe de la OMS del año 2000. En este informe se decía que era improbable que la telefonía móvil produjera cáncer, basándose en evidencias científicas y experimentales internacionales, pero sí que se habían detectado efectos patológicos a nivel cerebral afectando a su fisiología, cuyas consecuencias no se de determinaban en ese momento. Las alteraciones encontradas fueron: cambios en la actividad normal del cerebro ( sin especificar en el artículo de qué tipo, intensidad y áreas afectadas) ; alteraciones en el tiempo de reacción ante estímulos exteriores (¿ a nivel celular? ¿hiperactividad o enlentecimiento?); y modificaciones en los patrones del sueño (igualmente sin definir en el artículo). A los que deben añadirse el aumento de la temperatura celular y corporal, tal como se especificó en mi anterior artículo.
En 2005 se publicó el informe del proyecto europeo Reflex, con doce laboratorios ubicados en siete países europeos, asegurando que sistemas celulares expuestos a señales de frecuencia de telefonía móvil encontraron efectos genotóxicos y fenotípicos indeseables, precursores de patologías cancerosas y neurodegenerativas.
Y vuelvo a recalcar los dos datos intranquilizadores descritos en el informe de CCARS : la inexistencia de datos estadísticos ni experimentales más allá de diez años ; la recomendación de un uso racional de la telefonía móvil, basada en que el auténtico peligro está en el receptor telefónico más que en la red de antenas que al multiplicar su efecto precisan poca potencia inicial, lo que supone un cambio de estrategia porque hasta hace unos años era precisamente la red de antenas la que se encontraba en entredicho; y sobre todo en la ausencia de estudios concluyentes en la población infantil que aseguren la inocuidad de la telefonía móvil.
La Danish Cancer Society ha publicado un estudio recientemente utilizado por los defensores de la inocuidad de la telefonía móvil como demostrativo de que su presencia y utilización no aumenta la incidencia de cánceres cerebrales. El diario "El País" publicó una reseña del citado estudio titulándolo, "Un estudio no halla pruebas de que los teléfonos móviles causen tumores cerebrales".
Según la sociedad médica danesa se ha estudiado la incidencia de cánceres cerebrales en una muestra de 59.000 personas con esa paotlogía entre los años 1974 y 2003. La edad oscilaba entre los 20 y 74 años, y la población total estudiada fue de 16 millones de personas. No encontró un incremento de la morbilidad de los tumores cerebrales tras la introducción de la telefonía móvil. Y asegura que no ha "identificado ningún mecanismo que pueda permitir afirmar que los campos magnéticos emitidos desde un móvil son un factor de riesgo". Lo que no es cierto, como se ha señalado anteriormente, y que en mi opinión desacredita el estudio de tan prestigiosa socieda médica. Pero la citada sociedad, quizás consciente de las insuficiencias de su estudio, recomienda seguir estas investigaciones en el futuro, pues afirman que los tumores cerebrales tienen un desarrollo lento, superior a los diaz años.
Si fuera cierto lo anteriormente señalado por los estudios citados ¿ porqué el fabricante filandés de terminales de telefonía móvil Nokia especifica en la "Guía de usuario" del modelo Nokia 6210 Navigator que el terminal debe encontrarse al menos a 1,5 centímetros de distancia del cuerpo para que las radiofrecuencia no se nociva?
Nos encontramos ante una técnica nueva evidentemente útil para la comunicación interpersonal pero no carente de efectos indeseables para la salud, que deberían ser estudiados cuidadosa e imparcialmente, sin interferencias ni intereses económicos de las empresas multinacionales. Certificar la inocuidad de la técnica supone una tergiversación de la realidad y manipulación del consumidor, que dispone de un sistema de comunicación cuyos efectos nocivos para las salud no han sido todavía suficientemente estudiados.